El tema de la equidad se ha instalado en la discusión pública del país abarcando a todos los sectores políticos, sobre todo ad portas de la elección presidencial. También es el tema principal que aborda el libro "La paradoja aparente. Equidad y eficiencia resolviendo el dilema", editado por el economista de la Universidad de Chile, Patricio Meller.

El experto, además de analizar y comparar las políticas de la Concertación y de la derecha, recopiló el trabajo de una serie de economistas pertenecientes a dicha casa de estudios. A la luz de sus antecedentes, Meller concluye que en los gobiernos de la Concertación es donde más ha estado centrada la preocupación por la equidad y el gasto social. Sin embargo, también hace hincapié en las promesas electorales, ya que "lo que no se ha logrado en 15 años, no se hará en 4", advierte.

-En términos de la equidad, ¿qué avances ha habido durante los gobiernos de la Concertación?

-A través de los tres gobiernos de la Concertación ha habido una continuidad bastante grande y hay coincidencia entre lo que van haciendo las administraciones en secuencia. La primera cuestión desde el punto de vista de equidad que se puede decir es que la pobreza entre 1989 y 1990 en Chile alcanzaba el 40% y hoy está bajo el 18%. Esta es una reducción significativa, que desde el punto de vista internacional está registrado Chile como un caso importante y destacado. Luego viene el problema distributivo desde el punto de vista de la desigualdad que tiene que ver con las políticas que se aplican. En los gobiernos de la Concertación tienen muy presente el impacto distributivo que tienen estas políticas, y además afectan a distintos grupos de ingreso. Ha habido preocupación por compensar a los grupos de más bajos ingresos de los efectos negativos que tiene aplicar determinadas políticas o escoger políticas que tengan un efecto distributivo distinto.

-¿A qué se refiere?
-Por ejemplo, desde el punto de vista macro, la economía chilena abierta al mundo recibe shocks externos que no puede controlar y el problema es cómo uno los enfrenta. Para hacerlo tiene dos tipos de política: una política contra cíclica en que uno trata de amortiguar los efectos del shock, y otra política que se podría llamar ajuste instantáneo. O sea, dejar que la economía caiga todo lo que tiene que caer para tocar fondo y de ahí recuperarse y hacer el ajuste inmediato. El ajuste instantáneo es, para ilustrar, cuando tuvimos en 1975 y 1982 shocks que vinieron de afuera y la política fue "dejemos que la economía se ajuste sola".


Esto quiere decir que se ajusta vía caída del Producto con un alto costo social; elevado desempleo; dejar que quiebren los ineficientes y se ajuste todo el sistema. Esto implicó caídas del PIB del orden de 14% a 15% con incrementos de desempleo de entre 15% y 20% el año `75 y entre 20% y 30% después de 1982. El contraste de esto fue la crisis asiática de 1997-1998 en que lo que hace el gobierno es aplicar políticas contra cíclicas para que la economía no caiga y para que no se expanda el desempleo. Estas políticas hacen dos cosas: neutralizan, porque como hay bajas en demanda externa generan incrementos en demanda interna que compensen este shock negativo; y, al mismo tiempo, le generan ingresos a los grupos de más bajos recursos para suavizar caídas del consumo. Entonces esto ilustra cómo desde el punto de vista distributivo no es indiferente qué políticas macro aplico.

El gasto social es el principal mecanismo de hacer políticas distributivas en este país. Lo que hemos visto desde 1990 en adelante es que el gasto social per cápita y general en rubros como educación, salud, vivienda, se ha incrementado de manera muy significativa. Este es un mecanismo directo de cómo los gobiernos de la Concertación tratan, aumentando el nivel de gasto social y refocalizándolo principalmente a los grupos de menores ingresos, de alterar la composición distributiva que existe antes de efectuar pre impuesto y pre gasto público.
-¿Cuánto ha aumentado el gasto social desde el año 1990?
-Por poner algunos ejemplos, el gasto social en salud por habitante, en miles de pesos de 2005 es $ 114.000 por habitante versus $ 43.000 entre 1980 y 1989. El crecimiento entre 1990 y 2005 es de 6,2% anual. Lo mismo ocurre en gasto social en educación, que es $ 144.000 por habitante en 2005 versus $ 52 mil en 1989, y con una tasa de crecimiento anual de 6,6% entre 1990 y 2005.
Alto descontento

-¿Estas cifras serían distintas si no hubiera gobernado la Concertación?
-En lo macro ante un shock externo el tipo de políticas que se aplicarían serían bastante distintas dependiendo de los gobiernos. El objetivo de los gobiernos de la Concertación es tratar de posibilitar el uso de políticas contra cíclicas. En el caso de gobiernos de derecha la lógica habría sido "dejemos que la economía se ajuste, que cambien los precios relativos" y con eso se generan todas las pérdidas de bienestar social concentradas en períodos supuestamente cortos, pero en caída libre.
-¿En un eventual gobierno de derecha cambiaría el escenario o las políticas sociales?
-Depende de qué contexto enfrente la economía. Si la economía enfrentara shock externos presumiblemente el tipo de ajuste podría ser distinto. Si se cree que en un shock externo es importante que la economía se vuelva más competitiva o si se percibe que la lenta generación de empleo va por la vía de que los salarios no son lo suficientemente flexibles a la baja, o el costo del factor trabajo es relativamente poco competitivo, entonces, la diferencia estaría en qué pasa en el mercado del trabajo.
-¿A qué se refiere?

-Es posible que en un gobierno de derecha la generación de empleo venga por una caída de costo de trabajo y caída de salarios, puede que haya más empleo, pero con gente ganando menos. Entonces el discurso podría ser que lo que importa es el ingreso familiar, lo que importa es que haya más gente dentro de la familia aportando.
- ¿Y eso por qué sería negativo?
- El problema que habría en ese caso es que la gente en vez de ganar 100 va a ganar un tercio menos. Teóricamente se está resolviendo el problema familiar porque habría más gente que estaría percibiendo ingresos, pero a nivel individual el grado de descontento sería bastante elevado. Y eso de alguna forma se va a traducir en gente descontenta protestando. Por tanto, se generan tensiones sociales y lo que me temo es que empiece a plantearse como un tema económico y se transforme en un tema político de difícil manejo y problemas de gobernabilidad no menores.
La forma en que funciona un gobierno de derecha es que cada uno vive en su isla, y son sus problemas. Si las calificaciones quedaron obsoletas, él tiene que resolver el problema de cómo se recalifica. Pero dentro de los gobiernos de la Concertación la sociedad se tiene que preocupar de la gente que queda excluida del progreso, que queda marginada, que no tiene las habilidades adecuadas y que uno quiere subirla a este tren del progreso. Ahí está la diferencia de enfoque entre un gobierno de derecha y uno de la Concertación.
Brechas
-¿Cuáles son entonces las principales conclusiones en términos de equidad?
-La equidad es un problema que siempre hay que estar tratando de enfrentar y resolver y el problema es que el mundo globalizado en el cual estamos viviendo, la naturaleza del tipo de competencia que estamos enfrentando le genera a países como Chile, o los latinoamericanos en general, un incremento de los diferenciales salariales. Por un lado, el ingreso de países como China a India va a tirar el precio de la mano de obra no calificada para abajo, y esto va a repercutir a través del comercio y bienes en todas partes deprimiendo el precio del factor trabajo no calificado. Y por otro lado, el uso cada vez mayor de tecnologías modernas que usan mano de obra muy calificada tendrá un incremento en sus remuneraciones hacia arriba. Esa brecha tiende a aumentar, y eso está generando tensiones que van en la dirección de aumentar los diferenciales de remuneraciones. Pero no basta con dar educación y salud, hay un problema de calidad que no se va a resolver en los próximos cuatro años de gobierno.

Discusión de largo plazo

-¿Qué se puede y qué no se puede hacer en 4 años de gobierno?-Es importante acotar dónde deben estar fijadas las prioridades, las que no tienen que ser muchas. Aquí cada uno de los candidatos debe tener presente que tendrá cuatro años y por tanto debe definir. No vengan a decir que lo harán todo. No es viable que en cuatro años hagan todo y que en cuatro años van a hacer lo que no se hizo en 15 años. Somos un país adulto y no nos tragamos cualquier cosa. La discusión que falta en este país, en mi opinión y estando en un medio académico, es el debate de largo plazo que es cómo generamos la continuidad a través de gobiernos de cuatro años que vienen de aquí para adelante, cómo va a ser Chile en 2050. No estoy hablando del Bicentenario, porque el Bicentenario está ahí, estamos hablando de 2050.



Otros países están mirando cómo se posicionan para este siglo 21. Y lo que dicen algunos economistas norteamericanos es que si este es el siglo del conocimiento y de la información a los que les va a ir bien es a los países que van a generar ideas, y ¿cuál es la capacidad nuestra para producir ideas?, ¿cuánto cuestan las ideas en Chile? Cero. Hoy ya no es como en el pasado, en que en cada gobierno se jugaba el destino del país; hay continuidad en ese sentido, pero la mayoría de los países tiene eso, por lo tanto, no es el tema. La diferencia entre los países desarrollados y los en desarrollo es la existencia del largo plazo en la toma de decisiones.



Los ofertones electorales



-¿Cuál es su evaluación de las propuestas que han realizado los candidatos presidenciales en materia previsional y laboral?- La pregunta es cómo se financia y de dónde sale la plata, cuánto cuesta, cuál será el monto de la jubilación de las dueñas de casa. Que se plantee esto para ganar votos es muy atractivo, pero es un ofertón, no veo cómo calificarlo de otra forma. No es viable hacerlo a un año plazo, a lo mejor cuando Chile esté a un nivel de ingreso per cápita de US$ 20 mil ó US$ 25 mil es algo que podemos empezar a ver. Pero sugerir dar jubilación a las dueñas de casa sin mencionar los montos simplemente es desequilibrar el presupuesto fiscal.




Ahora, es central pensar que el próximo gobierno, sea quién sea, es de cuatro años. Los problemas que hay y que no hemos resuelto en 15 años no se van a resolver en los próximos cuatro. Tenemos que generar empleo productivo estable; ojalá pudiéramos crear un millón de empleos en los cuatro años, ocupaciones que sean de buena calidad, es decir, en los cuales la remuneración es acorde a la productividad de la persona y le da un ingreso que le permite un nivel de vida razonable. Aquí es dónde uno se pregunta: cuando se ofrece un millón de empleos, ¿estamos hablando de ese tipo de empleos? ¿Es un millón de empleos en que la gente va a estar cuidando los afiches de la propaganda y otra gente que se contratará para que destruyan esos afiches? No basta con tirar números, hay que clarificar.

-Uno de los proyectos que no se pudo legislar fue la flexibilidad laboral ¿qué se podrá lograr en este ámbito?


-El problema de la flexibilidad laboral no hay que abordarlo unilateralmente, sino en forma más completa, como se está abordando en todas partes del mundo. Esto no se trata de que si implementamos la flexibilidad laboral y hay facilidad de despido, el despedido inmediatamente encuentra otro trabajo que le genera un ingreso similar al empleo anterior. El mundo real no funciona así. Entonces, la flexibilidad laboral tiene que ir aparejada con una red de protección social.


Esto es una entrevista editado por el economista de la Universidad de Chile, Patricio Meller, realizada por el Diario Financiero.
Pablo Ramírez Torrejón (PD).
]]>