La historia es parte de la cultura de un país, donde cada hecho histórico por la libertad, de nuestro querido Chile se debe ser destacado como un hito único de la historia, donde dejamos plasmado el costo de nuestra libertad como país. Quiero comentar a ustedes que en el día de ayer estuve en un lugar histórico para nuestro país, donde esta un monumento de uno de los personajes mas recordados por los chilenos, tome varias fotos donde queda demostrado el abandono de dicho monumento. Si lo miro como turista me pregunto yo, ¿Quien es Manuel Rodríguez Erdoíza? Donde nació y cual fue su aporte a Chile. Señores autoridades el recordar el pasado histórico de un país donde se jugo la libertad y creación de Chile, es hacer de un país mas grande en cultura. La foto lo dice todo.




Manuel Rodríguez Erdoíza (Santiago 24 de febrero de 1786Tiltil, 26 de mayo 1818) Prócer chileno, de destacada participación en la guerra de la independencia. Sobre todo en la Reconquista y la Patria Nueva.




Era hijo Carlos Rodríguez Herrera y de Loreto Erdoíza, existen muchas teorías sobre sus padres, ya que algunos dicen que su padre fue chileno y su madre fue peruana, otros dicen que su padre fue peruano y su madre fue chilena, y por último otros historiadores plantean que su padre fue español y su madre peruana. Don Manuel Rodríguez dejó un hijo, Juan Esteban Rodríguez Segura, del cual existe descendencia.




Estudió sus primeros cursos en el Colegio Carolino de Santiago y sus estudios superiores en la Real Universidad de San Felipe, siguiendo la carrera de Leyes. Por su condición de criollo de clase media no se le otorga su titulo, no pudiendo ejercer su carrera abiertamente, comienza a trabajar en la Procuraduría de Santiago.





Se relaciona siempre con jóvenes de sus mismas ideas, como son sus vecinos de infancia, los hermanos José Miguel, Juan José, Luis y Javiera Carrera Verdugo; hijos de Don Ignacio de la Carrera y Cuevas, miembro de la Primera Junta de Gobierno, constituida el 18 de septiembre de 1810. También conoce a Baltazar Ureta, que luego pasó a ser su segundo Comandante en las Montoneras.




La situación reinante entre 1810 y 1811 era de un gobierno dirigido por una Junta Nacional presidida por Mateo de Toro Zambrano y Ureta, Conde de la Conquista y compuesta por notables criollos aristócratas de la capital chilena. En los primeros meses de 1811 las ideas revolucionarias fueron ganando terreno, enfrentándose a las ideas reformistas de los criollos aristocráticos y pronto la Junta, que gobernaba en nombre de Fernando VII, fue convirtiéndose en un órgano de gobierno nacional dispuesta a resistir el retorno de la dominación española.





Faltaba solamente, un hombre capaz de encabezar la acción colectiva para llevar a cabo el proceso de la emancipación chilena. Este hombre fue José Miguel Carrera (1785-1821), que con 25 años retornaba de luchar contra la invasión napoleónica en España. Así se transformó en el caudillo más popular de Chile por sus ideas radicales y progresistas.





El 4 de septiembre de 1811, José Miguel Carrera secundado en lo militar por sus hermanos Juan José y Luis, y en lo Jurídico por el patriota Manuel Rodríguez, que llegó a ser su secretario personal, llevan a cabo la revolución y forman una Junta de cinco miembros, compuesta por Juan Enrique Rosales, Juan Mackenna, Juan Martínez de Rozas, Calvo de Encalada y Gaspar Marin. Quedando como Presidente del Congreso Nacional el sacerdote Joaquín Larrain. Así, se adueñaron del Poder Ejecutivo y del Legislativo y emprendieron una serie de reformas de todo orden.





El 15 de noviembre de 1811, Carrera lleva a cabo el reemplazo de la junta de gobierno por una compuesta de tres miembros, que gobernó entre 1811 y 1813. Durante 1812 la junta realizó una labor que señala los progresos de la emancipación. Se imprimió la Aurora de Chile, cuyo primer director fue fray Camilo Henriquez González con la colaboración de Manuel de Salas, Antonio José de Irisarri y el dr. Bernardo Vera y Pintado, se entablaron relaciones con los EE.UU., cuyo gobierno envió al representante comercial, con el titulo de Cónsul, Mister Joel Roberts Poinsett. Se diseñó la bandera de la Patria Vieja y el Reglamento Constitucional de 1812, redactado por el abogado Manuel Rodríguez.





En 1813, el virrey Fernando Abascal, que veía a Carrera actuar como si Chile fuera independiente, envía una primera expedición al mando del brigadier español Antonio Pareja. Ante esta amenaza, el senado, aplicando un articulo constitucional, suspende la Constitución y reorganiza la Junta de Gobierno, siendo Carrera designado General en Jefe del Ejército, con la misión de defender la línea del rió Maule. También se declara la libertad de imprenta, se funda el Instituto Nacional y se crea la Biblioteca Nacional, cuyo primer director fue Manuel de Salas, además se decreta la nacionalización para extranjeros y españoles que respeten la nueva institucionalidad del Estado, se crea el Ministerio de Relaciones Exteriores, se reestructura el ejército creando los primeros cuarteles militares y se expropian 3 millones de pesos de la época a los oligarcas para cubrir gastos fiscales.





El 3 de mayo de 1814, los oligarcas criollos liderados por el director supremo Lastra y el gobierno español firman el tratado de Lircay, que pone fin al periodo de la Patria Vieja, en que Chile actuó como nación independiente. Pero el Virrey Abascal desoye el tratado y manda una expedición. Carrera enojado con semejante acto toma el poder con ayuda de su rival Bernardo O'Higgins. Estos planean una batalla en la plaza de Rancagua, la que termino en una derrota, en lo que se conoce como el Desastre de Rancagua, el 1 y 2 de Octubre, acto seguido el gobierno pasan a manos del Brigadier Mariano Osorio que gobernó entre 1814 y 1815, así se inicia el periodo de la Reconquista, que duró entre 1814 y 1817. En este periodo se cometieron hechos sangrientos en la cárcel de Santiago en donde se asesinaron a los patriotas allí detenidos por orden del Capitán Vicente san Bruno, jefe del regimiento de los Talaveras.





Entre 1815 y 1817 el gobierno pasó al Mariscal de Campo Francisco Casimiro Marcó del Pont; hombre pusilánime y afeminado había obtenido la gobernación de Chile por influjos de su familia, aficionado al lujo y la pompa, encabezó todos sus bandos y decretos con la totalidad de sus apellidos y títulos, haciéndose llamar " Don Francisco Casimiro Marcó del Pont, Ángel, Díaz y Menéndez, caballero de la orden de Santiago benemérito de la patria en grado heroico y eminente....etc.". Marcó del Pont gobernó con la más extremada violencia. Secundado por el tenebroso cuerpo policial de los Talaveras, capitaneado por el feroz Capitán Vicente San Bruno. El ejército chileno decidió partir a Argentina, cruzando los pasos cordilleranos de los Andes al mando del General Bernardo O'Higgins Riquelme, junto a él emigraron los hermanos Carrera y también Manuel Rodríguez.





Apenas llegado a Mendoza, Rodríguez se incorpora a los preparativos de la Reconquista del territorio nacional y colabora con San Martín y Bernardo O'Higgins en el campamento El Plumerillo. El prestigioso general argentino había concebido la idea que para asegurar la independencia de su patria, era necesario liberar primero a Chile y luego pasar al Perú. San Martín congenió con O'Higgins pero no con Carrera, que se manifestó poco dispuesto a obedecerle, por este motivo el jefe argentino lo envió a Buenos Aires. En la capital argentina recrudeció la diferencia entre O'Higginistas y Carreristas, a tal extremo que Luis Carrera se batió a duelo con el coronel Juan Mackenna, muriendo este último en la contienda, por ciertas expresiones de Mackenna ofensivas para la familia de los Carrera.





Entre los emigrados chilenos en Mendoza, se distinguía por su carácter entusiasta el joven Rodríguez, que había sobresalido por su acentuado espíritu revolucionario durante el periodo de la Patria Vieja. José de San Martín vio en Manuel Rodríguez el emisario ideal y lo comisionó para ir a Chile a deslizar una pequeña fuerza en la retaguardia enemiga para mantener vivo el espíritu de la insurrección en las poblaciones chilenas.






Manuel Rodríguez era robusto y bien formado, tenía un valor a toda prueba, elocuente, astuto y audaz. Estas cualidades lo acompañaron siempre en sus acciones contra los realistas. Un día, en una de las misiones que le encomendaban, cabalgaba a través de los campos de Colchagua en dirección a la casa de un conocido suyo llamado Eulogio Celis. En el camino le avista una patrulla realista sin que él lo advierta.






Cuando el guerrillero se halla con Celis concertando un plan para armar a los montoneros de la provincia, un trote de caballería militar se aproxima a la casa. Rodríguez se cree perdido, pero de repente tuvo una feliz idea y se mete en un cepo que tiene Celis, por su calidad de subdelegado, para castigo de ebrios y maleantes y en un abrir y cerrar de ojos su rostro ha adquirido la expresión de un pobre hombre que duerme su borrachera. Los soldados realistas registran la casa y se detienen junto al cepo, el oficial da unos puntapiés al insensible borracho dándole órdenes a Celis de que le suelte al pasársele la borrachera. Minutos después la patrulla se aleja de la casa.






Entre 1816 y 1817, Manuel Rodríguez logra llevar el desorden entre las tropas realistas y organiza una red de corresponsales que se convertían, cuando las circunstancias lo requerían, en jefes de partidas volantes que aparecían y desaparecían como por arte de magia. El guerrillero era un genio del disfraz y escurridizo como un fantasma. Su osadía llegó al punto de abrirle la puerta del carruaje al mismísimo Casimiro Marcó del Pont a la salida del edificio gubernamental. Pronto la figura del Montonero adquiere el relieve y la aureola de la leyenda con sus acciones revolucionarias a las mismas espaldas de los realistas.





En enero de 1817, Rodríguez perpetra sus últimas hazañas. Con ochenta hombres cae sobre Melipilla y se apodera de los fondos recaudados por contribuciones forzosas, unos dos mil pesos, que reparte entre sus hombres, para que puedan alimentar a sus familias.





Pocos días después, ciento cincuenta de sus hombres al mando de Francisco Salas asaltan de noche a San Fernando. La guarnición realista resiste el ataque; entonces Salas grita con voz atronadora:




-¡¡Que avance la artillería!!
- ¡¡Que se muevan los cañones!!




Inmediatamente los montoneros pusieron en movimiento unas rastras de cueros con piedras que producían un ruido idéntico al rodado de cañones. Los realistas, creyéndose atacados por una gran fuerza militar, huyeron. Así, Salas se apoderó de San Fernando.





Una vez divididas las fuerzas españolas gracias al talento guerrillero de Manuel Rodríguez y sus montoneros, el 21 de enero de 1817 el ejército libertador, compuesto por unos cuatro mil soldados, logra atravesar la cordillera de los Andes por los pasos de Uspallata, Piuquenes, el Planchón y los Patos, a principios de Febrero todas las Divisiones avistaban territorio chileno.

El general Rafael Maroto, jefe del ejército realista, salió al encuentro de los patriotas. El 12 de Febrero de 1817 se encuentran los dos ejércitos en la cuesta de Chacabuco, tras la ardua batalla ese día se convierte en un día de gloria. En 1814, la causa de la independencia había sido sepultada en la plaza de Rancagua, para renacer triunfante en Chacabuco.





Durante un año siguen las acciones para expulsar a los realistas del país, así llega el 12 de febrero de 1818 y en Talca se jura la Independencia de Chile. El 19 de marzo del mismo año las fuerzas chilenas fueron sorprendidas durante la noche por las fuerzas del general Osorio, que estaban compuestas por unos cinco mil soldados, en el llano de Cancha Rayada. En la oscuridad y la confusión, los patriotas se abrían fuego unos a otros sin reconocerse y pronto huían derrotados. La noticia del desastre de Cancha Rayada causó gran consternación en la capital y todos pensaban en una nueva emigración a Mendoza.




En aquellas criticas circunstancias apareció el popular guerrillero Manuel Rodríguez, y al grito de "¡¡Aún tenemos Patria, ciudadanos!!", volvió el ánimo a los que todo lo creían perdido. El pueblo lo asoció al gobierno de la Junta Delegada que presidía don Luis de la Cruz, y en pocas horas Rodríguez organizó y armó un regimiento que llamó Los Húsares de la Muerte. Es el guerrillero el que domina la situación y apresta la capital para resistir a los realistas, agitando al pueblo y organizando una movilización extraordinaria. Dos semanas después, el 5 de abril de 1818, a tres leguas de la capital, en los campos de Maipú, se libra la batalla decisiva y se logra dar fin a la campaña libertadora de Chile.






El 17 de abril de 1818 se celebra un cabildo abierto en el cual toma parte el General Montonero Manuel Rodríguez, sosteniendo allí su opinión de que dicho cabildo tomase el mando del país hasta una reunión del Congreso. El dominio que Rodríguez ejercía sobre el pueblo, la amistad que lo unía a los hermanos Carrera y su carácter díscolo lo colocaron en una situación no muy acogedora para con el dictador O'Higgins y este quiso alejarlo del país ofreciéndole una misión diplomática en Estados Unidos, pero no lo consiguió. Un día, después de la batalla de Maipo, el guerrillero osó entrar a caballo en el patio del palacio de gobierno. Esto exasperó al Director Supremo, quien ordenó su prisión en el cuartel de los Cazadores de los Andes y se le siguió un proceso.





Cabe destacar también que la enemistad entre Rodríguez y O'Higgins había nacido ya desde la muerte de los hermanos Juan José y Luis Carrera. Esto fue lo que hizo a Rodríguez entrar a caballo en el patio de la casa de gobierno con un puñado de descontentos.





El 26 de mayo de 1818, el General Guerrillero Manuel Rodríguez es trasladado a la prisión militar de Quillota y a la altura del pueblo de Tiltil es asesinado alevosamente de un disparo en la parte trasera del cuello y apuñalado en la mayor parte de su cuerpo ya muerto, es abandonado en el lugar del crimen totalmente desnudo. El 24 de agosto de 1818 don José Miguel Carrera reclama sus restos para darles una cristiana sepultura.





En el Museo Británico de Londres existen documentos y cartas que comprometen grandemente al General Bernardo O'Higgins como mandante del asesinato del Montonero. Hay una carta de O'Higgins dirigida al jefe de la Guarnición de Santiago, un capitán de apellido Benavente, para que se ocupe de la desaparición del Guerrillero, a su vez Benavente se dirige al Teniente Antonio Navarro para que se ocupe físicamente de la ejecución. En el mismo sitio de aquel luctuoso suceso se erigió, en 1863 un monolito en su memoria, en que se lee la siguiente estrofa del poeta Guillermo Matta:




" ¡¡Jamás el héroe muere!!
En la mano que le hiere
En página inmortal su nombre escribe,
Y el héroe mártir con su gloria vive. "
Los restos del héroe guerrillero fueron trasladados de Tiltil a Santiago en 1895, y hoy reposan en el Cementerio General.




El patrimonio histórico de un país es parte de la cultura y esta hace grande a cada país.




Pablo Ramírez Torrejón (AC)
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Blogger cristina lara]]>
gracias ojala me respondan en mi correo xicacracy@gmail.com sus opiniones sobre mi comentario sera bien recibido]]>
Blogger cristina lara]]>
cristina lara dijo...
mi comentario es el siguente yo cro que haber dado fin a OHiggins cuando carrera tuvo la oportunidad no se ubiera manifestado tal atrosidad ocurrida con Guillermo Manuel Rodriguez, es inportante destacar que Jose Miguel Carrera era una inportante figura en chile y tanto Carrera como Rodriguez se le deberia dar un cierto lugar mas importante que el que se le tiene a Bernardo OHiggins aqui mismo en san nicolas (la octava region) se le tiene un monumento justo en la plaza de el pueblo y como que no es muy agradable tener al titere de la logia y ascesino de los verdaderos libertadores de Chile

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Blogger Reiner Guerra Salas]]>
gracias.]]>